miércoles, 19 de febrero de 2014

El vientre

Uno de los descuidos de la segunda película de Daniel Rodríguez está relacionado al personaje de la patrona, protagonizado por Vanessa Saba, quien en teoría es el vehículo que debería generar el suspenso, pero que lastimosamente es quien también lo acorta. Gran parte del misterio finaliza para cuando el espectador deja de sospechar o generar hipótesis respecto a la integridad de la solitaria mujer (¿es de buenas intenciones, o no?), quien para mal delata su lado perverso con descaro y mucha prisa. En efecto, los otros personajes de ficción siguen teniendo sus sospechas, pero en lo real el suspenso migra a lo evidente. El vientre (2014) no se da tiempo para fabricar una falsa identidad, o incluso una historia de amor. La rutina previa a la pesadilla no existe en la hacienda de la mujer misteriosa, solo el acecho de su sombra o sus miradas que traman. Cómo no identificar el peligro, al agresor o las intenciones de este en un tiempo récord; eso es algo que juega en contra en una película de suspenso. El filme no prepara el terreno, prefiere ir al grano.


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