sábado, 3 de diciembre de 2016

4to Festival Transcinema: Austerlitz

El cine de Sergei Loznitsa exige a un espectador en estado de contemplación. Desde sus primeros cortos documentales, que registraban las rutinas de una población rural rusa, hasta su más reciente, Maidan (2014), sobre una protesta popular en contra de una orden del gobierno ucraniano, el director ha recurrido siempre a los planos fijos y secuencias largas. Es a través de lo descrito en la imagen que el espectador comienza a habituarse con lo que luce uniforme, sin argumento ni conflicto. Los documentales de Loznitsa incitan a una reflexión que alude, por ejemplo, una exposición fotográfica que se extiende. Adicionalmente,  sugieren también un cierre que se eleva al carácter alegórico; una especie de homenaje al colectivo registrado.
Austerlitz (2016), su último filme, es tal vez el documental temáticamente más dialéctico que haya realizado el director ucraniano al evocar conceptos universales, fuentes históricas y hasta prejuicios actuales de forma espontánea. A diferencia de sus otros filmes que se acercaban a una naturaleza exclusiva, en Austerlitz el paseo turístico a uno de los campos de concentración nazi ya parece tener un rótulo prescrito en cuanto a lo que desea motivar el director en el espectador; por ejemplo, el de poner en tela de juicio una inconsciencia o insensibilidad del público visitante ante un contexto de anales nefastos. Sergei Loznitsa busca esos momentos de inflexión, aquellos en donde conecta la valoración histórica y la actual de un pan que escaseaba para cuando reinaba el terror, pero que se come con libertad en lo que asume es un parque recreativo. En tanto, ese gesto alegórico que se manifiesta en sus otros documentales es casi imperceptible. Es como si el filme estuviese atrapado en su propia necedad.

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