viernes, 1 de julio de 2016

6 Lima Independiente: Ausma

Por encima de su trama conflictiva y demencial sobre simpatizantes y detractores soviéticos, Ausma (2015) es atractiva a propósito de su montaje, cuestión que no solo trae a la memoria a un director como Sergei Eisenstein –de quien toma la premisa de El prado de Bezhin, obra vetada y desaparecida por el filtro de Stalin, para inspirarse en su historia–, sino también a otros como Miklós Jancsó o Aleksey German; directores que se vieron atraídos por el despliegue de extras muy bien sincronizados por un ritmo de cámara en movimiento continuo, a través de travelling y encuadres que provocaban un aire coral. La directora Laila Pakalnina asume además un filtro monocromático, otorgando a su historia un carácter profético y trágico, sentimiento que también se desplegaba en los relatos de los directores citados, sobre revolucionarios que saltan de un ambiente de incertidumbre a uno dramático.
Ausma (Amanecer) es el retrato de una granja que lleva ese mismo nombre. Esta entra en conflicto luego que un padre fuera denunciado por su hijo –de no más de diez años– ante los vigilantes soviéticos, a consecuencia que el adulto se resistiese a las nuevas normativas establecidas por los comunistas, quienes han venido expandiéndose en toda Letonia. Pakalnina recrea una historia infame sobre una familia traicionándose en pos de sus propias causas o resentimientos. El concepto del héroe, en tanto, es paradójico. El resto de personajes, enteramente secundarios, se disponen a alinearse sobre a una de las dos filas. Así como en las películas de Sergei Eisenstein, hay un ambiente que está en ascuas. La comunidad asume claramente su postura y, mientras tanto, hay otra dispuesta a frenarla. La visión de la película, sin embargo, no se alía con ninguno. Su perspectiva es la de un espectador divirtiéndose con un espectáculo infantil. De pronto, toda idea aquí parece informal, recién encurtida, como los mismos niños scouts adoctrinados por los soviéticos. 

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