viernes, 4 de marzo de 2016

El hijo de Saúl

El hijo de Saúl (2015) es una película en continuo desplazamiento. La historia consta sobre una búsqueda; en tanto, es el protagonista principal y la cámara moviéndose de un lado a otro, a fin de hallar a un individuo que será crucial para efectuar una redención. El director László Nemes emprende un gran debut que responde a un montaje complejo. El contexto de su historia se desenvuelve en un campo de concentración. El reto que Nemes se plantea será el de hacer notar la amplitud de ese mundo. En efecto, los campos de concentración eran una suerte de mini ciudadelas, y no solamente por ocupar una gran porción de terreno, sino también por la misma estructuración de sus secciones, que muy bien se describen en un documental como Shoah (1985). Es de esta forma que esta búsqueda que realiza su protagonista principal es una suerte de excursión que muestra distintas versiones de un mismo lugar.
El filme de Nemes, desde cierta perspectiva, parece comportarse como una road movie. El viaje que emprende Saúl (Géza Rohrig) es personal. Es decir, la motivación de este periplo no tiene razón (o sensatez) para ningún otro más que para él mismo. Es, además, la búsqueda de alguien tangible que, en paralelo, significa también la búsqueda de algo que es intangible. Para Saúl, el hallar a un rabino significaría el hallazgo de su salvación moral. El solo hecho de realizar ese trayecto de búsqueda, que pondría en riesgo su vida, pone a prueba su determinación en pie a alcanzar su redención. Saúl es un sonderkommando, es decir, un judío preso asignado por los nazis a realizar labores dentro del Ghetto. ¿Qué implica esto? Una suerte de traición hacia los suyos a cambio de un aplazamiento de su condena; el morir como todo los otros judíos. Bastó un suceso inexplicable, casi una especie de milagro o epifanía, para que Saúl decidiera poner en desvío su humillante rutina.
En Kapo (1959), gran película del italiano Gillo Pontecorvo, vemos también a una mujer judía dispuesta a redimirse dentro de un campo de concentración. Sin embargo, a diferencia de la película de Nemes, la historia en Kapo consta principalmente en narrar las peripecias que motivaron a su personaje a traicionar a los suyos. En cuanto a su redención, esa es la resolución de la historia. László Nemes, en cambio, no responde ni avala a las razones que llevaron a su personaje a volverse un sonderkommando. El eje de su trama no es una justificación de los hechos, sino una ruta de expurgación a modo individual. El atractivo en El hijo de Saúl es su visión en primera persona, en donde el protagonista anda en primer plano, mientras que el contexto lo acompaña difuso. Lastimosamente, el filme en ocasiones recae ante el peso del imaginario fílmico sobre el Holocausto, por ejemplo, en el horror gráfico de una ultimación o la secuencia de un grupo de nazis humillando al protagonista con una danza típica. Ya no hay necesidad de regraficar ciertos eventos infaustos. La sola carga histórica tiende a hacer lo suyo.

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