lunes, 22 de junio de 2015

5to Festival Lima Independiente: Taxi

En una formidable secuencia de El espejo (1997), la pequeña actriz que protagoniza la historia se ha rebelado contra todo el equipo de filmación y ha decidido abandonar el plató. Como una salida al apuro, el director decide dejar de lado su trama original para ponerse a seguir a la niña a fin de convencerla retorne a la película. Este se podría decir que es uno de los ejemplos más anecdóticos en el cine de Jafar Panahi, en referencia a ese hábito de que a medida que sucede el relato va generando impases en su trama, convirtiendo de esta forma sus películas en diestros montajes que por cierto ponen al descubierto esa demarcación entre su creatividad fílmica y su labor comprometido. Es sabido que Panahi a lo largo de su carrera ha sido responsable de una filmografía que duramente ha cuestionado tanto el sistema político como las costumbres tradicionales en Irán. Esto incluso le costó la censura de una de sus películas y una posterior pena que hasta el día de hoy le restringe salir del país, además de realizar cine.
En Taxi (2015) un conductor, protagonizado por el mismo Panahi, durante su ruta irá recogiendo a una serie de personajes (los previstos como los imprevistos), siendo estos mismos los que van fabricando una historia plagada de impases. Nuevamente el cruce de situaciones será mera excusa para que el director recree una ventana a los comportamientos sociales y las gestas que aplica a diario la represión política en dicha nación. Para esto, Panahi genera una dialéctica que vanamente provoca ese cuestionamiento sobre la disolución del límite que divide a la ficción del documental. La cámara encubierta, los pasajeros de paso como los que boicotean al director delatando qué es verdad y qué es ficción, el reencuentro con un amigo de barrio o la tarea que le ha sido asignada a una sobrina suya. Todo es parte de un montaje. Jafar Panahi apunta, sin embargo, de que no hay mucha diferencia entre la ficción de sus películas y la realidad en Irán. Todo  escenario, desde un taxi hasta la celda de una prisión, es un plató.

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