viernes, 21 de marzo de 2014

III FIACID: Ver y escuchar (Panorama Iberoamericano)

Desde ayer se dio inicio la tercera edición del Festival Iberoamericano de Cine Digital, en esta ocasión también con sede en Arequipa. Va del 20 al 30 de marzo. En el transcurso iremos posteando algunas críticas.

Interesante es el discurso al que se ciñe el chileno José Luis Torres Leiva. Sus filmes son de apariencia nula, plagado de tiempos muertos, la mudanza frecuente de sus encuadres, casi siempre generales o en primeros planos. Hay una necesidad por atrapar el ambiente tanto físico (de la naturaleza o la rutina) como el espiritual. Es un cine contemplado desde los sentidos. En este no hay historia, o a lo menos se evita construirla. La necesidad del director es la de construir un cine con percepción, trabajar entre la imagen y el espectador una dialéctica. Mientras que se refracta una serie de fragmentos sonoros y visuales, el receptor se encarga de otorgarle un sentido. Entonces lo que de pronto no parecía tener historia se vuelca a una interpretación infinita. En un corto como El mal (2004) o en el largometraje Verano (2011) se aprecia en extenso el mutismo de los personajes aunque acompañados de un contexto auditivo y visual. Se alude un estado de ánimo, más se invita a asumir los sucesos. En paralelo está el patetismo, los rostros que grafican nuevas alusiones. Una fotografía que aparece repentinamente en el final del corto Obreras saliendo de la fábrica (2005), provoca un giro emocional en la mirada perdida de una mujer. Es tarea del espectador darle el sentido.
Ver y escuchar (2013) se podría decir que es la teoría de José Luis Torres Leiva puesta en testimonios colectivos. Su cine se sedimenta en base a cómo una película adquiere significado a través de la mirada y el oído. No es preciso un diálogo o una historia premeditada para gestar esta misma. Todo se desarrolla de forma cognitiva. Este documental así se inclina a tomar la palabra de personajes con deficiencia de visión, audio y voz; todo aquello que JLTL ya venía anulando en sus anteriores filmes. Si antes el director empujaba al espectador a concebir o entender un cine carente de ciertos recursos sensoriales elementales, ahora expone cómo esto forma parte de la rutina en un grupo real. Ver y escuchar más que un filme sobre la fortaleza humana, es un filme sobre el ejercicio sensitivo. Más que una reflexión espiritual es una reflexión sensorial. El director deja a un costado los planos a la naturaleza o el alrededor para reemplazarlo por un encuadre simple. A diferencia de sus otros filmes, este no tiene la necesidad de crear la imagen o incluso el sonido. Son los testimonios los que la describirán. Su ambiente colorido es reemplazado por los colores grises. Existe esa necesidad de que el espectador se focalice en sus narradores. Ellos construirán los sentidos por nosotros.

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