miércoles, 14 de noviembre de 2012

Argo

Durante gran parte del filme, el protagonista principal de Atracción peligrosa (2010) intenta ocultar su verdadera identidad a su amada. Primero, porque ser descubierto sería una gran decepción para ella, y, segundo, porque esto implicaría arriesgar la vida de la joven. Con esto recuerdo una escena en donde el antagónico del filme está a punto de ser descubierto. Un tatuaje suyo está al descubierto. Una imagen que desbarataría el plan del protagonista principal y que, además, automáticamente pondría en peligro la vida de su conquista. Sin duda, una escena tensa. Argo (2012), tercer y último filme de Ben Affleck, es un hilo de tensiones. Una película que desde su inicio está destinada a gravitar por el suspenso que irá in crescendo.
Basada en la crisis de la toma de la Embajada de EEUU por militantes políticos iraníes, Argo concentra su argumento en el plan creado por Tony Méndez (Ben Affleck), agente de la CIA y experto en la extracción de rehenes en territorios extranjeros. Todo el argumento del filme consta básicamente en el proceso arriesgado que Méndez tendrá que accionar para sacar de Irán a seis de los trabajadores ocultos de las fuerzas políticas, quienes poco a poco van olfateando la ubicación de estos prófugos. A este plan se unen a la sociedad el maquillador John Chambers (John Goodman) y el productor Lester Siegel (Alan Arkin), personajes que insertan la cuota de humor en el filme. Alternamente a los hechos reales, esta es una estrategia fundamental en la historia de Affleck.
Argo se introduce con un preámbulo histórico para luego abrirse a un argumento más creativo, sobre cómo se construye la estrategia de Méndez y cómo sus compinches van colaborando en lo que mejor saben: construir algo ficticio, un filme. En medio de esto se dan citados a bromas, son las estrategias de Siegel por conseguir apoyo financiero, las de Chambers por ingeniarse a falsos directores o guionistas de cine. Paralelamente, los cautivos aguardan. Surgen entonces las siguientes interrogantes: ¿Saldremos a salvo?, ¿ese plan absurdo e inconsistente funcionará en realidad? Se va despertando el suspenso. Los últimos minutos del film son momentos de clímax. La tensión llega a su máxima expresión. Desde el recorrido de los auxiliados hacia un mercado populoso hasta su pase por la aduana.
Ben Affleck va desarrollando un lado cómico o entretenido, a medida que va construyendo o dilatando el suspenso. Ese es el logro de Argo. Invertir el género del espionaje light al catártico, el paso de la comedia a la tragedia. Lo cierto es que el director peca en aglomerar la tensión, hechos que se alinean uno tras otro, provocando una especie de cadena de infortunios que rozan con lo exagerado o simplemente desvirtúan el drama. Existe un momento en la etapa final de la película en que te esperas una nueva traba en la siguiente escena, lo que ciertamente ocurre y de paso reduce la sudoración y la sorpresa. El suspenso entonces es casi familiar, muy a pesar, a fin de cuentas, sigue siendo suspenso. Ben Affleck con esta última película se comienza a encasillar a un cine comercialmente correcto, es decir, el director convierte lo convencional en algo más elaborado, como la cita al hombre de familia y el espía, una vida frustrada y otra anónimamente gloriosa.

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