martes, 27 de marzo de 2012

50/50

Artículo publicado por Cinespacio

Efectos que han dado años atrás películas como La fuerza del cariño (1983), posiblemente no vuelvan a repetirse, esto porque a lo largo del tiempo ha surgido un cuantioso número de películas que tocan el  tema de la enfermedad de distintas formas, algunas más innovadoras que otras, y que para la actualidad asumimos como algo repetitivo. 50/50 (2011), de Jonathan Levine, de hecho es una de esas tantas películas que se construye a base de una multitud de argumentos “cliché”, situaciones que son familiares sobre un personaje víctima de una enfermedad letal, joven y próspero, con una madre paranoica, una novia fría, un mejor amigo egoísta y una terapeuta que lo saca de quicio. Lo cierto también es que la película es tan cómica como dramática, tratamiento empleado además por el clásico de James L. Brooks, aunque con una mesura apropiada a sus tiempos; no tan directa ni visceral.

Decir que el filme de Levine contiene de por sí un drama gratuito: sí y no. Sí, porque obviamente la enfermedad es un drama propiamente dicho, aún más voluminoso si este recae en una figura prematura, con más posibilidades de vida, pero que de pronto está al límite de un “cincuenta cincuenta”. Adam (Joseph Gordon-Levitt) luego de una visita al médico, ha recibido la lamentable noticia que tiene cáncer. Su rutina laboral, amical, amorosa, etc., se verá irrumpida por una nueva realidad, aquella que lo coloca en un lugar de espera, aguardando con mesura lo que –prefiere no pensarlo –le depara el destino. Es en este espacio donde surgen los detalles alternos a la trama. Se asoman a escena personajes variopintos. Su brusco e insensible mejor amigo Kyle (Seth Rogen), un tipo bonachón que no entiende la diferencia entre ser convaleciente y usar tu enfermedad para conseguir sexo; Diane (Anjelica Huston), madre de Adam, juiciosa y sobreprotectora, que carga además con un marido que sufre de Alzheimer; Rachael (Bryce Dallas Howard) la novia y pintora apasionada de la buena vibra; y, por último, Katherine (Anna Kendrick), la inexperta terapeuta que dice lo que ya se sabe.

Adam, de pronto, más que vivir un drama vive una sátira. Una comedia sobre lo que nos causa gracia dentro de la ficción, pero que para el mundo real es triste y absurdo. 50/50 se encarga de crear etapas sobre cómo el paciente va enfrentando la enfermedad. En primera de manera sumisa, esperando a que, por ejemplo, el tumor no amanezca al día siguiente. Luego llega el momento en que se asume con valentía. Es la afrenta a la tragedia, adelantarse a los hechos. El corte de cabello y la "presentación formal" como portador del cáncer. Lo evidente no es invisible, y es así como se asoma la etapa de la crisis. Es aquí donde el drama golpea, llegando de forma implacable y real. Es el tránsito de la ficción a la realidad: cruda y letal. La comedia de hecho sigue su orden. Mientras Rogen siga en escena las bromas seguirán su curso, sin embargo hay puntos en que Gordon-Levitt espanta dramatizando en los momentos precisos. No existe redundancia o sobre exposición de drama. Lo que ocurre es lo natural. Lo que podría esperarse a inicio de la película o incluso en cualquier momento de ella. El hecho es que Levine le da un curso al drama. 50/50, especialmente en su última media hora, no es un drama gratuito al dejar de lado cada cierto tiempo a la comedia, para que de pronto ya nada te cause gracia.

De entre las interpretaciones, Anna Kendrick logra promover un perfil que antes ya se había visto en Up in the air (2009), protagonizando también a una joven inexperta. Kendrick posee la habilidad y la sensibilidad de reflejar un lado cándido que trasmite dulzura, propio de un estado inseguro y neófito. Joseph Gordon-Levitt ha recreado una multitud de roles, desde violentos hasta serenos, siendo este último una mezcla de personaje meditabundo que logra romper efectivamente los mismos estribos en un par de escenas. Seth Rogen no necesita de muecas ni voces falsas para crear comedia. 50/50 vale la pena ser vista como un modo distinto de ver las cosas. Una comedia dramática que crea muchas risas e incluso antoja lágrimas.

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