domingo, 1 de mayo de 2011

Corazones ardientes (o The Burning Plain)


Guillermo Arriaga, guionista de Amores perros (2000), 21 gramos (2003) y Babel (2006), dirige su primer filme, Corazones ardientes (2008). Además de haber sido guionista del mexicano Alejandro González Iñárritu, Arriaga escribió el guión Los tres entierros de Melquíades Estrada (2005), dirigida por Tommy Lee Jones. A partir de esto, no sería extraño predecir que la ópera prima de este reconocido guionista estará compuesta por una historia fragmentada, de un orden cronológico alterado, una suerte de rompecabezas que integra o intercala la vida de personajes con un aire nostálgico que van rumbo a la incertidumbre.
En efecto, Guillermo Arriaga se decide una vez más por crear un guión que no sigue una ilación tradicional. Corazones ardientes por un lado nos describe la vida de Sylvia (Charlize Theron), una gerente de un restaurant que convive en su intimidad con una vida vacía. Sylvia lleva consigo una ruta de amantes inestables o pasajeros. En el sexo no existe pasión ni deseo, sólo la rutina con mirada pesimista, la misma que Sylvia pone cada vez que observa las olas del mar desde el borde de los acantilados. Otra historia es la de Gina (Kim Basinger) y Mariana (Jennifer Lawrence), madre e hija, ambas infieles a sus familias por abrir sus deseos a sus sendos amantes, aquellos que sin desear provocarán una ruta de tragedias y arrepentimientos.
Así como ocurre en 21 gramos, los personajes en Corazones ardientes también son seres marcados por su pasado. Son seres angustiados por el mañana, sea por mano ajena o propia. Sylvia mira con pesimismo su futuro, mientras que sobrevive atormentada por su pasado. Asimismo Mariana y Gina son seres estigmatizados, marcas en sus cuerpos las delatan. Tanto en Amores perros como en Babel sucede que algunos de sus personajes son seres escindidos a partir de un defecto físico, algún miembro o sentido inútil los tiene marcado de por vida, una señal que vaticinaba una ruta trágica y maldita. Otro rasgo contante en la línea argumental de Arriaga es sobre el conflicto fronterizo, también ambientado en Babel y en Los tres entierros de Melquíades Estrada. Este es un acercamiento o necesidad por graficar las relaciones entre dos naciones cercanas pero opuestas, EEUU y México, situación que en Corazones ardientes no posee una mirada crítica o punzante como se podría admirar en los dos filmes mencionados.
Guillermo Arriaga en esta ocasión no es efectivo como guionista. La sensualidad de narrar una historia fuera del orden convencional se encuentra a partir de la total o parcial ignorancia de los sucesos, la repentina manifestación de acciones que deja cabos sueltos, incertidumbres. El conocimiento de las identidades de los personajes debe ser mínimo o anónimo, en ocasiones hasta míticas. Es la audacia de mantener la atención del espectador para de pronto volcarlo a la perplejidad de los verdaderos hechos o los cabos ya resueltos, situaciones que recién por la mitad o al final del filme deberán exponerse. Nada de esto logra sensibilizarse en Corazones ardientes. No se necesita esperar hasta la mitad para saber la identidad y las razones de cada uno de los personajes. La interpretación de las tres actrices es valorada, esto, sin embargo, no es suficiente para el éxito de este drama que pudo haberse narrado tranquilamente bajo la escala tradicional.

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