lunes, 2 de agosto de 2010

Christopher Nolan Gourmet (1 parte)


*A propósito del último film de Christopher Nolan, El origen, actualmente en cartelera, una breve crítica a cuatro de sus películas que forman parte de su filmografía.

Ladrón que roba a ladrón
Estrenado Following (1998), la fe de la crítica hacía el cine independiente tomaba fuerzas. La ópera prima del director británico, Christopher Nolan, había resultado ser un éxito fuera de las expectativas. Un filme con un presupuesto de apenas 6.000 dólares, filmado con una cámara de 16mm en blanco y negro, gran parte de las escenas grabadas con luz artificial y con 70 minutos de duración, Nolan se colocaba como una promesa en la industria de la cinematografía.
Following es la historia de un individuo con intenciones de escribir una novela. Su falta de inspiración, su frustración como escritor, lo llevará a salir a las calles para seguir a la gente con la única finalidad de captar sus rutinas y personalidades, aquellas que le ayudarán a crear los personajes dentro su nueva obra. A diferencia del estilo del escritor Flaubert, este joven se dedicará a vivir sus días de la vivencia de los demás. Muy pronto, sus intentos de conocer las superficiales vidas del gentío lo impulsan a querer saber más sobre ellos. Lo que era el seguimiento por horas a una persona, es ahora el seguimiento a tiempo completo.
Following es la historia de un joven (Jeremy Theobald) obsesionado con las vidas ajenas. La historia de un individuo que en su intento de conocer un poco de los demás lo convirtió en un espía, en un acechador de vidas. Entenderemos más adelante que sus deseos de “seguir” a la gente tenían la intención de llenar o dar sentido a su vacía o infértil vida. Es el paso de la curiosidad al deseo y a la obsesión. Un sujeto que encontrará un pretexto para escribir su verdadera novela; su propia vida.
Las cosas cambiarán cuando “conocerá” a Cobb (Alex Haw), uno de sus perseguidos. Cobb al observar que alguien lo sigue decide acercarse y presentarse a este. Él es un ladrón de casas de “terno y corbata”. Su modus operandi consiste en asegurarse la ausencia de los dueños de casa para aprovechar a entrar sin ningún tipo de esfuerzo. Cobb a pesar de ser abierto con el seudo-escritor (que se ha presentado con el nombre de Daniel Lloyd, nombre del actor de El resplandor, de Stanley Kubrick) contiene un aura de misterio. Su estilo de robo va más allá de lo usual. Cobb está fuera del prototipo de ladrón que se suele conocer.
“Se lo quitas para mostrarles lo que tienen”; es ese el razonamiento de este ladrón. Más que un robo es una irrupción. Cobb además de fabricar asaltos materiales, atenta contra el equilibrio de la rutina. El modo de robar es interrumpir la fantasía que vive por ejemplo, una pareja de universitarios. Sus estilos de vida cambiarán luego que se han percatado que no existe una tranquilidad dentro de su mundo. Jamás volverán a dejar sus pertenencias a la intemperie, ahora pensarán dos veces antes de comprar algo de valor, nunca más se volverán a sentir completamente solos, no volverán a ser los mismos.
Una escena fascinante es cuando Cobb en una de las casa ubica “la caja”. “Todos guardamos una caja”, dice. En ella se colecciona distintas cosas donde más que un valor monetario, poseen un valor sentimental. Los primeros amores, la niñez, los recuerdos de familia, los eventos más importantes de la vida, todo encerrado en una caja. Una serie de amuletos o restos; toda una vida en medio de la sala o al borde de una mesa de noche. Cobb no dudará en violentar contra ella. De esa forma ellos entenderán “lo que tienen”, y lo valorarán más.
Cobb es un personaje total. Su habilidad es más que una necesidad. Ser ladrón es todo un arte. Su estilo es un ritual que lleva a cabo minuciosamente, mientras que examina el hogar atentado. Es mediante el desorden o la presencia de ciertos artefactos, que interpreta y se entera de la vida de los demás. Robar para Cobb, es estudiar la vida de una persona o un grupo de personas, aunque siempre con un punto de vista de compadecimiento, producto de la rutina que él percata dentro de esos hogares, relacionados con la superficialidad o el poco valor que los dueños le dan a las cosas.
Tanto Cobb como “Daniel” se vuelven cómplices del crimen. El aprendiz de robos sin embargo, tiene en mente conocer a una joven rubia (Lucy Russell) a espaldas de su compañero. Ella fue una de las tantas víctimas de sus robos. Fueron una cantidad de fotografías esparcidas en la casa ajena lo que causó en “Daniel” el deseo de conocerla. El encuentro será inmediato. La mujer al parecer es una modelo. Fue además ex pareja de un mafioso, el cual continuamente la acosa, siendo unas fotos que el mismo mafioso posee, las responsables a que ella escape de él. “Daniel” se ha enamorado y decide solucionar el problema.
Christopher Nolan con Following, se proyecta a un cine neo-noir. La mayoría de sus escasos personajes tienen un aire de misterio pues esconden para sí un secreto que se le oculta al personaje principal. Pronto nos vemos en un crimen sin resolver, donde el espía se vuelve el detective, esta vez obsesionado por saber lo que en verdad sucede. Las personas que decían ser, no eran en verdad lo que son.
La técnica narrativa de este filme es fragmentada. Nolan recurre a una historia no lineal, como provocando la brusca reacción hacia el espectador, al reconocer en los personajes una naturaleza distinta de lo que pensaban. Eso ocurre una y otra vez. Mientras pasa el tiempo los personajes son replanteados al manifestar una faceta “provisional”. El escenario blanco y negro entonces toma significado, como avisando la trama de un juego de misterios y patrañas, donde son citados los estereotipos del cine negro clásico.

Memoria fotográfica
Following es una previa al segundo largometraje de Christopher Nolan, Memento (2000). En esta película, al igual que en su ópera prima, Nolan altera la estructura narrativa original del filme, esto con la intención a que el espectador vuelva a repensar la naturaleza de los personajes, e inclusive tomando la trama una nueva dirección. Memento sin embargo, posee una complejidad suprema a su antecedente. A diferencia de esta, los hechos nunca serán lo suficientemente claros o resueltos. Nolan parece haber evolucionado sus propias técnicas narrativas.
Leonard (Guy Pearce) es un hombre que sufre de una “condición”; él es incapaz de retener nuevas vivencias. Su memoria a corto plazo está inutilizada, impidiéndole retener sucesos que ha vivido hace algunos minutos. No es que sufra de amnesia, pues los recuerdos de su identidad y su pasado están íntegros, sino hasta un momento crucial. Leonard una noche descubrió que en su propia casa unos sujetos entraron y abusaron contra su mujer. El resultado del encuentro fue la muerte de uno de ellos, y la lesión de Leonard, que lo llevó al desmayo, posteriormente al padecimiento de su enfermedad y el desconocimiento de quién fue el otro sujeto enmascarado. Su último recuerdo fue observar a su mujer exhalando bajo una cortina de baño, y él perdiendo el conocimiento.
Memento es la historia de cómo un hombre busca venganza de su esposa fallecida. Su último recuerdo será la única razón para que su vida tenga un único sentido, encontrar al culpable de su desgracia, tanto física como sentimental. Leonard al ser incapaz de poder retener los nuevos recuerdos (aquellas pistas que lo conducirán al culpable), se valdrá de fotos instantáneas, notas o apuntes, y lo que es más impresionante, tatuajes. Leonard imprimirá en su cuerpo los hechos más transcendentales que irá descubriendo. Su memoria depende de ellas. Lo que digan sus fuentes y tatuajes, son los anuncios que lo ayudarán a continuar su empresa.
Nolan se valdrá de una compleja narración. Memento se inicia con su final, mientras que el final se toma como el inicio de la historia. Toda la película es una cadena de secuencias que no siguen un orden lineal. Según su punto de partida y su final, se puede adelantar que Memento narra su historia de atrás para adelante. A parte de esto, el director británico implanta una segunda historia dentro de estas secuencias, historia que más bien es una sola escena. Memento posee secuencias a colores y otras en blanco y negro. Las de blanco y negro serían esa segunda historia. En el transcurso del filme las escenas en blanco y negro irrumpirán, teniendo estas una linealidad si se les observa independientemente de las escenas a colores. La historia a blanco y negro al final tendrá relación con el desenlace, por lo tanto, una contemplación de la película en general.
El estilo narrativo de Memento, al igual que Following, posee esa misma intención, de ir reinterpretando a los personajes y la historia que está transcurriendo. Dentro de la historia existen otros personajes. Leonard, identificado como nuestro héroe dentro de esta historia, va encontrando a personajes una y otra vez, no sabiendo a pesar con quienes está tratando, esto debido a su “condición”. Las fotos son sus guías, aquellas que Leonard, al entender de su padecimiento, se ha tomado la libertad de irlos fotografiando colocándoles un breve aviso sobre quiénes son. Es así como el espectador, en un comienzo, confía la historia a partir de las notas que va dejando Leonard.
Nolan se burla de nosotros. Su misma estructura narrativa nos obliga a ser como Leonard, confiar de fuentes “dudosas” que el personaje principal, un olvidadizo, va dejando por su propia mano, y luego va obedeciendo a pesar de no estar seguro si de hecho son factibles. A esto se intercala los diálogos con los otros personajes. Leonard se va confiando, total o parcialmente, de lo que dicen los demás. Teddy (Joe Pantoliano) o Natalie (Carrie Anne Moss) son aquellos que se encargan de ayudar a Leonard a buscar al supuesto “asesino”. Muy a pesar ambos van tomando nuevas posturas o identidades, al saber que Leonard padece de esa enfermedad. Como sucede en Following, Nolan coloca al personaje principal como él que ignora la historia que en realidad está sucediendo, así como la verdadera identidad de los que le rodean. Es así como reconocemos fuentes “no tan exactas”, como también personajes “no tan idénticos”, siendo los mayores mortificados, hasta ese momento, Leonard y el mismo espectador.
Esto pasa solo en un inicio, ya que para la mitad de la película nos hemos percatado de algo. La segunda historia, la de blanco y negro, sigue un curso lineal. Esto quiere decir que existe al menos una secuencia de la que podremos confiar. En esta se observa a Leonard hablando por teléfono. Él está en el cuarto de un motel (lugar que según nos hemos percatado funciona como su escondite) conversando por teléfono con un personaje anónimo. La conversación parece no ser recíproca, ya que no se identifica una respuesta del otro lado del teléfono. En lugar de ello, es el mismo Leonard el que está contando a este individuo una experiencia suya. Leonard relata que antes del incidente, era un investigador de seguros. Uno de sus casos fue el de un sujeto llamado Samuel Jankis (Stephen Tobolowsky). Él poseía un mal; no tenía la capacidad de recordar nuevas vivencias. Esta historia le sirve a Leonard para explicar a su oyente cómo es que él antes no pensaba existiera ese tipo de enfermedad. En su narración explica cómo él y la mujer de Jankins realizaban múltiples formas de probar contra Samuel que en realidad fingía dicho mal. Dichas pruebas dieron por saldado el sacrificio de la mujer de Jankins, y el ingreso del mismo Jankins a un sanatorio. Leonard cuenta que ahora en realidad entiende que Jankins nunca había fingido.
La historia aparentemente no parece ser de mucha ayuda, e inclusive el mismo final prueba que no servía de mucho. Leonard había sido el mismo Jankins. La muerte de su esposa no fue a causa de esa noche violenta, sino del sacrificio que ella ofreció en probar sí en verdad Leonard fingía dicha enfermedad. Para eso entonces la película ya termina y Leonard es descubierto. En el final, que es el inicio de la historia, Teddy revela a Leonard su verdadero pasado, y cómo él ha fabricado esa farsa con la intención de crear su propia verdad, el negar que fuera él mismo el responsable de la muerte de su esposa, y en lugar, otorgarle responsabilidad a un “culpable”. Sí Memento se hubiese iniciado con su verdadero final, entonces habríamos sabido siempre la verdadera identidad de Leonard, sin necesidad además de ser mostrada esa segunda historia, aquella que el mismo Nolan la extendió con la intención de vender al espectador una historia objetiva, aquella que nos garantice lo que supuestamente podemos creer sea cierto, y así provocar una sorpresa mayor al momento de culminar el filme.
Christopher Nolan, al igual que su anterior cinta, crea una historia que provoca emociones al colocar al público en una situación “aparente”. Leonard, al final de la película, confiesa su autoengaño intencional. Ese deseo de crear una historia falsa en su vida, después de todo “anormal”, que le ofrezca sentido a su vida. Crear a un “asesino” para luego encontrarlo y matarlo, no le evitará recrear uno nuevo, con la intención de crear un motivador a su falsa causa. Nolan es un arquitecto de situaciones que van falsedad tras falsedad. El mismo tema de un hombre que sufre una repentina amnesia de sus últimos recuerdos, ya anuncia que lo próximo a visualizar es no exacto, es parcialmente real. La historia de Jankis fue real, mas no le sucedió al mismo Jankis (un sujeto que en la vida real resultó un verdadero estafador), sino a Leonard. Following es un previo a Memento, pues con esta última, Nolan logra crear más trampas, además de proponer un orden narrativo más creativo y complejo respecto a su ópera prima.

1 comentario:

Anónimo dijo...

por qué tienes que explicar toda la pelicula?